Vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron;
después, abrieron sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra
Mt 2, 1-12
El Niño en el pesebre no es sólo buena noticia que se nos da, sino que se convierte en ley de la vida de cada uno de nosotros: ¡Quien no acoge el reino de Dios como un niño, no entrará en él! Tenemos que transformar nuestra voluntad y nuestras acciones según el espíritu de los niños, tenemos que aprender la audacia del niño, que no disimula su debilidad sino que sabe, precisamente porque es débil, que el padre lo cuidará. Pero, el Niño en el pesebre nos exige otra actitud: que seamos niños con él en medio de nuestros hermanos y nuestras hermanas, y en relación con toda la humanidad.
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Feliz día de Epifanía