El publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no
Lc 18, 9-14
Te doy gracias, Señor, porque no soy como los demás hombres.
Intento estar seguro de mí ante tu ausencia,
cuadro mi contabilidad para no ser sorprendido
al final de la jornada.
Me comparo con los otros y miro desde arriba
a los que juzgo pecadores,
y en la comparación, no en ti, he puesto mi seguridad.
También yo tengo elaboradas condenas de moda,
publicanos al servicio de los que imponen su imperio;
pero escondo en la ambigüedad mis pecados de siempre,
radicales trampas contigo, abismales cortes con el otro.
También yo tengo mis seguros de ahorros y diezmos,
pequeñas monedas al contado
con las que pretendo negociar la falta de entrega a tu misterio.
También yo salgo satisfecho
de oírme a mí mismo de pie en el centro del templo.
Como los demás hombres, ya puedo abrirme a tu perdón
dándome golpes de pecho al lado del publicano.
Benjamín González Buelta
Feliz domingo