Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?
Lc 18, 1-8
Cuando hemos descubierto lo maravilloso que es orar con los ojos cerrados, desearíamos continuar nuestra oración sin parar.
Ha sido este un deseo profundo en el corazón de los cristianos: mantener durante toda la jornada la presencia de Dios y nunca apartarse de su mirada.
La Biblia nos exhorta hoy a orar siempre sin desfallecer (Lc 18, 1). También nos dice Orad constantemente (1Tes 5, 17). Cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor, dando gracias continuamente y por todo a Dios Padre en nombre de nuestro Señor Jesucristo (Ef 5, 19-20).
Hay muchos modos de vivir en oración continua. Agustín de Hipona nos invita a fomentar perennemente el deseo de Dios: “Tu deseo es tu oración, si el deseo es continuo, continua es también la oración”.
Feliz domingo