Aquel que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío
Lc 14, 25-33
Cada mañana recibimos de manos de Dios nuestra jornada entera.
Dios nos da una jornada preparada por él para nosotros.
No hay nada de más ni nada de menos, nada indiferente ni nada inútil.
Esa jornada es una obra maestra que nos pide que vivamos.
Nosotros la miramos como una hoja de agenda, marcada con una cifra y un mes, la tratamos a la ligera, como una hoja de papel.
¡Si pudiésemos registrar el mundo y ver elaborarse y componerse esa jornada desde el fondo de los siglos, comprenderíamos el peso de una sola jornada humana!
Madeleine Delbrêl, 1904-1964
Feliz domingo