Anda, haz tú lo mismo
Lc 10, 25-37
Mirame tú, Jesús de Nazaret, déjame entrar dentro de ti, para mirarme desde ti y sentir que se disuelven tantas miradas propias y ajenas que me deforman y me rompen.
En tu silencio acogedor nos ofreces ser tu palabra, traducida en miles de lenguas, adaptada a toda situación.
Quieres expresarte en nuestros labios, en el susurro al enfermo terminal, en el grito que sacude la injusticia, en la silaba que alfabetiza a un niño.
Gracias, Señor, porque nos necesitas.
Benjamín González Buelta
Feliz domingo