De dos en dos
Lc 10, 1-20
No son pocos los hombres victimas de si mismos.
Más desgraciados de lo que cabe imaginar, están condenados no poder ama más que su yo.
Hay que entrar en su dolor para librarles del mismo.
Este será el inicio de su salvación, siempre que encuentren un amigo que les haga descubrir cómo son verdugos de sí mismos; siempre que encuentren un cristianos que se convierta para ellos -desde fuera- en la Luz y la Alegría que los aleje de si mismos.
Si logran, en fin, pedir lealmente a Dios esa liberación, ya están salvos. Es la primera etapa.
Michel Quoist, 1918-1997
Feliz domingo