Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén.
Te seguiré adonde vayas
Lc 9, 51-62
Quiero buscar la luz para mis ojos ciegos,
en esta soledad oscura de mis sueños;
quiero escuchar la voz del infinito; quiero,
peregrino de las sombras, asirme a lo eterno.
Quiero adorar tu nombre y hablarte en el silencio,
quedarme en lo escondido, contigo en lo secreto,
saciarme de tu rostro, de tu mirar sereno,
vivir todas las horas en un instante eterno.
Quiero sentir la luz, Señor del alba; quiero
quedarme dulcemente contigo en este encuentro,
como si fueras tú mi ser y mi sustento,
dentro de mí en mí mismo, todo tuyo por dentro.
Quiero hasta ti llegar en ímpetu de cielo,
quedarme en las alturas, inmóvil en el tiempo;
y quiero que descanse mi corazón inquieto,
Dios y yo en el abrazo, en un día sin término.
Juan Cuesta Poza
Feliz domingo