¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
Lc 1, 39-56
En esta escena del Evangelio podemos contemplar en María la plenitud de esta alegría, de esta jubilosa alabanza que le hace ponerse en pie, ponerse en camino y atravesar aprisa regiones montañosas y, de este modo, hacer posible y actual la continua visita de Dios a su pueblo, un Dios que disfruta estando con sus hijas e hijos.
Un saludo