El amor nos hace nacer a la vida, nos levanta cuando nos caemos, nos reprende cuando nos equivocamos, nos espera si pretendemos escapar, nos abraza si no esperamos, nos besa si lo besamos.
También nos hace sufrir. Este hacernos sufrir, resulta incomprensible. La mayoría tomamos el sufrimiento como un castigo por los pecados.
Pero as cosas no son así. Dios no castiga a nadie.
Pensado en un Dios que castiga, no hacemos más que pensar en un Dios como nosotros: malos de remate.
El sufrimiento que nos ofrece, no es un castigo, es una escuela. No nos resulta fácil de aceptar por que no tenemos límites para nuestra superficialidad ni nuestro egoísmo.
Dios Amor no puede dar más que Amor y el dolor nos ayuda a entrar en el amor.
¿Como comprenderíamos el reposo sin el cansancio?, la alegría sin el llanto, la luz sin las tinieblas, el perdón sin el odio.
Avancemos en nuestra liturgia personal, íntima: Orando con espacios de silencio que nos permitan escuchar lo que Jesús nos dice. escuchemos sin prisa,relajados. Amando. ¡que mal utilizamos esta palabra! ¡si empezamos por no amarnos a nosotros mismos tal como somos !.
Esperemos con paz y tranquilidad a que el cirio Pascual siga consumiéndose.
fr. YOEL. Valencia.