El Dios de la misericordia, no quiere excluir a nadie de su mesa; es más, quiere invitar especialmente a todos aquellos que prepotentes jerarcas con su alma podrida nos excluyen de la mesa por nuestra situación social, por nuestros gustos sexuales, o por cualquier otro motivo; y vas más allá, no ve con buenos ojos a los que quieren participar y no esperan a los hermanos excluidos.
El Dios clemente y misericordioso que no hace distinción de personas, ama con delicadeza a los menos amados.
YOEL. Valencia.