También nosotros, los curas, frailes, monjas ect. Ante Dios debemos desnudarnos y vernos tal cual somos. Una oración que no es sincera, no es oración. Nos cuesta ver nuestros defectos y tendemos a vernos mejores que los demás. Vemos los defectos ajenos y no sabemos ver los nuestros. Esto nos lleva a una oración impotente y falsa.
Jesús hace un contraste de dos figuras. Uno el hombre que se cree creyente y seguro de sí mismo. Siente que Dios tiene que agradecerle por tanta religiosidad con la que vive. La otra figura es la del pecador, la de un marginado social, de un mariquita, del despreciado incluso de la familia, sin amigos, solo, más solo que la una que no tiene seguridad de nada; lo único que hago yo es confiar en el amor misericordioso del Padre. Sólo espero que el Señor me acoja y salve.No olvido que en medio de estos dos polos hay muchas mas situaciones.
Que Dios me regale la gracia de sentirme como el recaudador de impuestos y nunca sienta mérito delante de Dios.
YOEL. Valencia. España.