Han transcurrido muchos siglos de las pretensiones de los hermanos Zebedeos y continuamos igual. Los jefes buscan el poder y más poder. Jesús nos sigue pidiendo si somos capaces de beber el cáliz que Él bebió. No se trata de subir al podio, sino de subir a la cruz. Este es el camino.
Hoy como ayer, así lo hizo con sus discípulos, vuelve a tomarnos aparte, para educarnos y ayudarnos a comprender que el Plan de Dios es contrario a las ansias de poder y de tener de los seres humanos. A nosotros nos sigue costando, así como a los discípulos.
El Cristianismo, a lo largo de la historia fue revistiendo a Dios a a Cristo de una imagen de poder y se fue perdiendo la visión alternativa, que Dios tenía de Jesús.
Volver a Jesús en su originalidad es una tarea concreta de la cuaresma.
YOEL. Valencia