Dejándolo todo, lo siguieron
Lc 5, 1-11
El Evangelio de hoy nos acerca a un momento de la vida de Jesús. Está hablando de Dios a la gente, cerca del lago. El gentío es grande y pide a Pedro que le deje subir a su barca para hablar desde ahí. Cuando termina, le invita a remar mar adentro para echar las redes. Ahí se produce la confusión. Ya habían estado toda la noche trabajando y no habían pescado nada. Pero en su nombre vuelven a echar las redes. Se produce el milagro. Pedro se da cuenta de que Jesús es algo más que un predicador, que un profeta. Jesús es Dios mismo. No es el Dios en poder que esperaba la tradición judía, pero es Dios. Es Dios cercano, hecho hombre, amable, lleno de compasión y misericordia.
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Feliz domingo