Por si no estuviera clara la necesidad de amar al prójimo en el sentido más amplio de la palabra, el Profeta de Nazaret nos exhorta a amar a los enemigos. No sólo a los extranjeros, a los impuros, a los excluidos del pueblo elegido, a los que se sienten el centro de todas las tertulias, a los que nos hacen daño y sentimos unas ganas tremendas de romperles la cara, sean extraños o personas cercanas.
Esta claro que la enemistad puede surgir en cualquier circunstancia familiar, laboral, política y por supuesto religiosa.
Ante la ley de Talión, Jesús nos exhorta a amar a todos, incluso a los enemigos, bendecir y hacer el bien a los que nos aborrecen.
fr. YOEL. VALENCIA.