Ser sencillo no es ser estúpido; la persona sencilla goza, por don natural y por cultivo de la virtud, de una suerte de segunda inocencia.
La primera inocencia es la de los niños; la segunda es la de los sabios.
Sólo los sencillos pueden entender el Evangelio. Hemos hecho un mito de la complejidad, de tal modo que sólo lo que es difícil nos parece valioso.
JOEL. valencia