Me ha consolado en los momentos de bajón, este texto de Isaías que comporto con vosotros.
La relación de Dios con nosotros debe ser profunda, total, matrimonial. Convencidos de que El siempre nos será fiel, aunque nosotros le fallemos.
"Por un breve instante te abandoné, pero ahora te acojo con inmenso cariño. En un arrebato de ira te oculte mi rostro por un momento, pero mi amor por ti es eterno - dice el Señor, tu libertador" (Is.54,7-8)