He sabido de la próxima canonización de Pablo VI y de Óscar Romero. Quisiera escribir unas breves palabras sobre este último.
Óscar Romero fue para mi, el primer profeta y mártir cristiano en dos milenios que clamó contra la opresión y al injusticia, llamándolas por su nombre y describiéndolas sin anteponer nada contra ellas. En una país, El Salvador, donde la vida humana no valía nada y la gente era asesinada por miles hasta el punto que el asesinato era banalizado y relativizado, se alzó una voz fuerte que denunció lo que pasaba en esa Babilonia contemporánea que chorreaba sangre.
En 2.000 años hubo personas, por Cristo y en Cristo, que aunque denunciaban la injusticia, no la llamaban por su nombre. Dentro del deseo de eliminarla, había unas prioridades diferentes (aunque de buena voluntad) como convertir y bautizar.
Romero no utilizó ese lenguaje bondadoso pero no activista. Romero era un activista, un activista que veía a Cristo en el torturado pueblo salvadoreño. Fue entregar su vida, para que en poco tiempo la paz llegará a ese pobre país donde no había familia donde no hubiese un familiar directo o lejano asesinado o desaparecido, y llegar la paz.
Una paz sin justicia, pues ningún criminal pagó por derramar sangre. Pero la paz física y social al menos llegó.
Quería homenajear a este gran hombre, y de paso, que ruegue por todos nosotros y no seamos cobardes ni comodones, y denunciemos todo lo que no es justo....