Se me mostró un jardín. En él lucía un árbol precioso que todos admiraban; pero era artificial.
A su lado crecía un árbol feo, feisimo si se le comparaba con el otro, pero al llegar la primavera, se lleno de flores y luego dio unos hermosos, dulces y perfumados frutos. El artificial permaneció sin cambio alguno. Y escucha a una madre que le decía a su hijito:
- No hagas caso de las apariencias de las personas. No sea que todo se quede en eso, en mera apariencia. Espera y observa los frutos.
YOEL. En Vedad de Torrent esperando la Santa Pascua.