El joven gay se quejaba de que, a pesar de que intentaba hacer oración contemplativa con todas sus fuerzas, no sentía nada y no lograba avanzar. El Abad, sonriendo, le dijo:
-La puerta de la contemplación es la aridez. No verás, ni sentirás, ni captarás nada...Si sigues constante, a medida que vayas avanzando sentirás una presencia en el corazón y comprenderás que Dios se revela en la aridez, porque está por encima de nuestras facultades.
-Entonces encontrarás la paz. Esa tenue presencia te llevará a encontrar a Dios en los demás, en todo lo que te rodea.Cuando hayas logrado esa visión, toda tu vida será contemplación.
YOEL. El Vedad