Nos pasamos la vida juzgando a los demás. ¿Quienes somos nosotros para juzgar al otro?
No hay dos personas iguales. Nuestros valores son diferentes, nuestras prioridades, nuestra cultura. Cuando juzgo a alguien lo hago bajo mi forma de pensar, desde lo que yo creo importante. Eso me hace ser claramente injusto. No conozco la vida, la circunstancias del otro. No se que le ha conducido a comportarse de una manera determinada.
Nuestros medios de comunicación ejercen constantemente la crítica. Esos famosos tertulianos que se atreven a opinar de todo. Si pasáis de una tertulia a otra hablando de lo mismo, nunca coinciden, por que en sus juicios influye su cultura, su ideología, su color político, religioso, familiar...
El Profeta de Nazaret dice que nadie es perfecto y que es mucho más sano juzgarse a si mismo, ser uno mismo, ser consecuente con lo que con sinceridad piensa y vive. Nadie somos perfectos y cada uno de nosotros sabe de que pié cojea. En vez de juzgar es mejor que nos conozcamos como somos, analicemos en que fallamos e intentemos mejorar cada día.
¡Es mariquita! pero ¡que buena persona es! siempre dispuesto hacerte un favor.
YOEL. Valencia.España