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El Profeta desconocido

(1 mensaje)
  • Iniciado hace 6 años por Bernardo Yoel
  1. Bernardo Yoel
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    Jesús en la actualidad sigue siendo un desconocido para muchos. Los que nos llamamos cristianos casi nunca hablamos de Jesús. Hablamos de lo que El hizo por que quizá no lo conocemos bien, y nos da miedo meter la pata. Muchos cristianos nos hemos hecho un Jesús a nuestra imagen y semejanza, pero no hemos conocido de verdad a ese carpintero de Nazaret que un día cerro la puerta de su negocio, colgó el cartel "SE TRASPASA", y salió a la calle para poner al mundo patas arriba.

    Creo que es tiempo de librarnos de las tradiciones artificiales implantadas en nuestro inconsciente. Jesús, no fue, ni de lejos, ese ser dulzón que aún se nos muestra. Al contrario, fue el "Hijo del Hombre" de los pies a la cabeza. Un ser humano de carne y hueso, que puso al servicio de Dios sus pasiones e instintos, sin negarlos. Que usó sus energías espirituales, renovadas por la oración y por la acción, pero también su fuerza física, adquirida al ejercer el rudo oficio manual con el que ayudó a mantener a su familia durante casi treinta años.

    Aquel carpintero de Nazaret que se clavaba astillas, que tenía alguna que otra uña negra y reventada, fue capaz de cargar con un madero de más de 60 K. de peso hasta la cima del Gólgota, después de haber pasado 24 h. sin comer y probablemente sin beber y 32 sin dormir. ¿Concuerda esto con la imagen de Jesús casi anoréxico que nos han vendido?.

    Jesús tampoco fue un asceta que vivía sumido en constantes sacrificios y abundantes ayunos, paseando entre sus semejantes con un semblante demacrado por las privaciones, como un reproche andante. Al contrario, lo que sus adversarios le reprocharon es que no lo hiciera (Mt. 11, 19).

    No es que no practicase el ayuno en momentos de crisis: ayunó durante 40 días. Pero sabía también participar de los placeres de la vida, comer y beber, y disfrutar de la fiesta. Estuvo en el banquete de Canaa, que duraría 3 ó 4 días como era corriente, comiendo y bebiendo, charlando con la gente, bailando y contagiando su alegría a otros. No puedo imaginármelo confinado en un rincón, condenando con seria mirada la exuberante alegría de los invitados. Jesús vivía inmerso en la felicidad de Dios, y animaba a vivir de la misma forma. Nada que ver con ese ser de ojos tristones y la voz afectada. Al contrario, fue un hombre curtido, inteligente, rápido de reflejos, severo con las injusticias, comprometido con la revolución que nos trae el Reino de Dios que Él predicó.

    Si Jesús viviera hoy entre nosotros, sería un joven de 30 años que llevaría vaqueros, zapatillas deportivas...con una sutil diferencia:se relacionaría con drogátas, conversaría con prostitutas y tendría encuentros con curas y pastores para explicarles que aún es necesario nacer de nuevo (Juan 3, 1-9).

    Nosotros, sin embargo, preferimos construirnos un Jesús ajeno, distante y distinto a los demás hombres, quizá para no acercarnos a Él, o para no dejar que Él se nos acerque demasiado.

    YOEL- Valencia.España

    Publicado hace 6 años #

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