Jesús habla de la mala influencia de los fariseos, y a los discípulos (nosotros también estamos ahí) sólo les preocupa la falta de pan. Y esto, tras haber asistido a una multiplicación de panes que no se multiplicaron por arte de magia, no aparecieron bocadillos caídos del cielo. El milagro que fue real, hizo desaparecer del corazón el egoísmo de los que estaban allí y compartieron su pan con los que no tenían.
Los fariseos buscan el poder, lo material. El Profeta de Nazaret insiste en compartir, en que unos tengan un poco menos para que otros tengan un poco más.
El milagro de la solidaridad que ayudo a multiplicar el pan para todos, no les da confianza. Siguen pensando que la solución es económica, que lo que hizo Jesús fue algo improvisado y que salvo la situación de un momento. Esa es la mentalidad de los fariseos. No entendieron ni entendemos que detrás de lo que había hecho Jesús, hay un proyecto de compartir solidario que es el único que puede restablecer la igualdad y hacer que sobre pan.
Nosotros comprendemos la parábola pero nos falta coraje para ponerla en práctica.
Pidamos al Señor que alimente nuestra vida con la levadura del Evangelio y no la del poder.
YOEL Valencia.España