El azar ha querido hacer coincidir hoy el evangelio de la curación del leproso con la festividad de Nuestra Sra de Lourdes y el Día del enfermo... la palabra griega que se utiliza para la acción de Jesús de tocar al enfermo es “acariciar”, que hace referencia, la palabra griega, a gestos femeninos, reservados a la mujeres... Y qué mejor caricia que la de María que se acerca a una campesina semianalfabeta como Bernadette para hablarle en su lengua local, el patois, acerca de la ternura de Dios...
Cómo afirma José Luis Sicre en el comentario de hoy, “Los relatos evangélicos tienen siempre una gran carga simbólica. Quieren que nos identifiquemos con la situación que narran. En este caso, con el leproso. Todos llevamos dentro algo, mucho o poco, de lo que nos sentimos culpables. Podemos negarnos a admitirlo, escondiendo la cabeza bajo tierra, como el avestruz. O podemos reconocerlo, y acudir humildemente a Jesús, con la certeza de que “si quieres puedes limpiarme”. Él tiene el poder y la compasión necesarios para cambiar nuestra vida.”
Siempre que puedo me acerco a Lourdes, lugar privilegiado por la caricia de Dios... Allí, el verdadero milagro es, como el del leproso, el “acercarse” a Jesús...tan sólo eso... con la confianza de que puede “limpiarnos” y hacernos, como a Bernadette, siervos obedientes desobedeciendo y narrando lo que Él ha hecho con nosotros si queremos que el inclusivo Reino De Dios se haga masa fecunda...
Un abrazo
Mudejarillo
País Vasco