Ante la pregunta de quien es, Juan responde diciendo quien no es. Él ha venido a preparar el camino de Jesús. La gente lo admiraba y podía haber aprovechado la ocasión para darse importancia. Él dice que no es la luz, sino la lámpara que aguanta esa luz. Es tan sólo una voz que clama en el desierto.
Esa actitud de Juan nos sirve para distinguir a los que anuncian a Jesús y a los que se anuncian a si mismos. A los que se aprovechan de la religión para obtener poder.
A los que anuncian de verdad a Jesús sólo los creen las personas sencillas, no las autoridades. Son voces que claman en el desierto. Se encuentran con la incredulidad de los demás.
Si queremos anunciar a Jesús, hagámoslo con nuestras vidas. Seamos portadores de su luz.
YOEL. Valencia. España