Jesús compara el Reino a dos cosas muy pequeñas. La semilla de mostaza, que se transforma pese a su pequeñez, en un árbol.
La levadura, que desde el interior, hace fermentar la masa.
El Profeta de Nazaret me deja claro que el Reino no es nada grandioso, sino pequeño, pero eficaz. La verdadera misión de un seguidor de Jesús es hacer grande el Reino, es la pequeña labor, constante, de cada día. Se trata de vivir el Evangelio en medio de la masa. Ser fermento que la transforme. Es el trabajo humilde, y no las acciones espectaculares, las que hacen crecer el reino. Las grandes concentraciones, los actos multitudinarios, no trasforman se desvanecen como la espuma. Es el trabajo sencillo de cada día, el que logra cambiar nuestra sociedad.
YOEL