La competencia de mercados está produciendo nuevos ricos y también un ejército de pobres cada vez más creciente que va poblando los sectores periféricos de las grandes y pequeñas ciudades.
La codicia estructural es causa indiscutible de grave injusticia social, violencia institucionalizada y empobrecimiento galopante de parte de la población mundial. La acumulación de riqueza conduce a la muerte a todos al pobre y al acaparador.
Jesús nos invita a acumular riquezas que no se acaban: ricos en justicia, en compasión y en solidaridad. La transformación de esta sociedad capitalista neoliberal es un imperativo para todo ser humano, pero especialmente para los seguidores del Profeta de Nazaret.
Oremos por todos los hermanos que sufren extrema pobreza y también por los desgraciados que la provocan.
YOEL