Generalmente nos gusta movernos por nuestros sueños y fantasías, la realidad es la que pisamos. Ser discípulo de Jesús no es ser un triunfador. Es entregarse en manos de los hombres, aunque esto nos lleve a un fracaso aparente. Por que en ese fracaso está la vida. Jesús con su muerte, nos dio la vida a todos. Nosotros, si queremos repartir la vida a nuestro alrededor, hemos de entregarnos totalmente, aunque aparentemente fracasemos. Esta es la verdad que nos da miedo.
YOEL