Arrendará la viña a otros labradores
(Mt 21, 33-43)
Miremos nuestras manos y nuestras vidas. La humanidad, nuestra familia, nuestra vida es la viña del Señor. La ha creado y cuidado con amor. Y la ha puesto en nuestras manos. Somos responsables de recoger la cosecha, de vivir nuestra vida en fraternidad, en amor, en comprensión y en justicia. El fruto que Dios quiere es la vida del hombre, es nuestra vida. No somos dueños de ella. Es un regalo que Dios nos ha dado y que nos pide que cuidemos de él con amor, que lo hagamos crecer en libertad y fraternidad.
Hoy le vamos a pedir al Señor que no nos abandone, que no sea como el amo de aquella tierra, que se tuvo que ir y dejó a los trabajadores solos. Para que no caigamos en la tentación de creernos que la vida es nuestra. Para que todas las mañanas sepamos mirarle a los ojos al empezar el día y reconocer a nuestro Dios y Creador y le digamos que vamos a seguir trabajando en su viña, para hacer un mundo más justo, más humano, más fraterno. Porque ese es el fruto que el quiere que demos. Le vamos a pedir que nos acompañe a lo largo de esta semana que empieza, para que nunca nos sintamos lejos de su presencia misericordiosa.
Un abrazo y feliz domingo
D.G.;Zaragoza