Mateo llamado en el Evangelio de Lucas LEví, es un doble pecador a los ojos de la sociedad religiosa y civil de su tiempo. Por recaudar los dineros para Roma era considerado ladrón y colaboracionista por lo tanto un publicano impuro. Pues a ese hombre marcado y excluido Jesús le llama ser apóstol y cimiento de la iglesia. Se fija en las posibilidades ocultas de cada persona,
quiere demostrar el amor de Padre y la cercanía y la misericordia de Dios con los alejados.
La comunidad cristiana no es el pueblo de las personas virtuosas e impecables sino de los enfermos, los excluidos y pecadores. No puede haber iglesia donde no se practique la misericordia.
Ante Dios valen más los gestos concretos de misericordia que el culto vacío.
YOEL