Todos estamos ciegos si no miramos con las gafas del AMOR, que es la mirada de Jesús. Si no miramos con amor, por muchos conocimientos que tengamos, somos ciegos y nos dirigimos, nosotros y los que dependen de nosotros al fracaso.
Si no moramos a los otros con amor, solo veremos sus defectos. Es más, proyectamos los nuestros en ellos. Antes de juzgar a nadie, debemos mirarnos a nosotros mismos, ver nuestros defectos. Dejemos de ver los defectos de nuestra pareja, amigos, compañeros. No es que sea fácil, pero tampoco es imposible.
YOEL. Valencia