Demasiadas veces de nos ha predicado un Dios terrible, que castiga, que nos observa constantemente para juzgarnos. Jesús nos dice que Dios no es así y que el miedo no nos hace bien, nos paraliza...
Todos tenemos mas o menos cualidades. A Dios no le importa si tenemos muchas o pocas. Lo que importa es hacerlas fructificar. Y esto se hace viviendo una vida con sentido, una vida de aceptarnos como somos y de entrega a los demás. No podemos quedarnos cerrados en nosotros mismos. No vale quedarnos delante del espejo, no vale contemplarnos y aislarnos de los demás.
En nuestra sociedad corremos el riesgo de, al ver los problemas e injusticias del mundo, tener miedo y encerrarnos en nosotros mismos. Buscar a solas nuestra felicidad. Es la forma más segura de ser infelices.
YOEL