Ahí tenéis un israelita de verdad, en quien no hay engaño (Jn 1, 45-51)
Es el apóstol apenas conocido; por no saber, hasta dudamos de su nombre; y, sin embargo, forma parte de la roca y cimiento de la Comunidad cristiana. Los protagonismos, los triunfalismos, la espectacularidad -¡que sí, que se dan entre nosotros!- no dicen con el Evangelio. Por otra parte, Jesús mismo hace el elogio de Bartolomé: “Un israelita de verdad en el que no ha engaño”. ¿No creéis que, en nuestro camino, nos encontramos con gentes que se creen poseedoras exclusivas de la verdad ? Es más difícil ser buscadores de la verdad, y estar dispuestos a ser fieles a la misma, incluso hasta sentir el desprecio y abandono de muchos. Todo, para ser apóstol, misionero. Los apóstoles lo oyeron de labios de Jesús: Id y predicad, bautizad y perdonad, curad y sanad. La misión primera de la Iglesia es evangelizar.
Los apóstoles acabaron su vida en el martirio. Fueron testigos de verdad. Fieles hasta la muerte. La tradición dice que a Bartolomé le martirizaron quitándole la piel. En todo caso, aquí sí que se cumple la expresión popular y deportiva: “Hay que dejarse la piel en el campo”.
Un abrazo
D.G.;La Almunia de Doña Godina (Zaragoza)