Domingo tras domingo escuchamos la Palabra de Dios. En nuestra manos está abrir nuestros oídos y nuestro corazón para que esa Palabra pueda hacer realidad la voluntad de Dios. Acogerla, aceptar sus exigencias –que nos llevan a vivir una vida más plena– es una actitud básica de nuestra vida cristiana. Sin ese alimento de la Palabra, nuestra vida terminará siendo tan infecunda como las rocas, las zarzas o el camino.
Un abrazo y feliz domingo
D.G.;Zaragoza