Cuando nos encerramos en nostros mismos, perdemos el horizonte, no tenemos misión ni capacidad de acogida. Con las puertas cerradas no es posible que la gente se nos acerque.
El Profeta de Nazaret conoce nuestra fragilidad, nuestra fe vacilante. Sólo Él nos liberara de los miedos que nos paralizan, romperá los esquemas aburridos en los que pretendemos encerrarlo, abrirá las puertas que hemos ido cerrando, enderezara los caminos del miedo que nos han desviado de Él.
No tengamos miedo a los homófobos ni a las iglesias homófobas, pongamos nuestra homosexualidad en medio de nuestras familias, amigos, conocidos...
YOEL