Si alguno de nosotros quiere ser testigo del resucitado y así experimentar plenitud de vida, ha de “desconectarse” y salir al encuentro de los que le rodean, compartiendo la bondad, la generosidad y el amor que brotan del corazón. El mundo tan atemorizado por su futuro necesita de personas que, despertando, humanicen los espacios donde parece que ha triunfado y vencido el mal.
Un abrazo pascual
D.G.;Zaragoza