Hemos de aprender a leer los gestos y los signos del Profeta de Nazaret. Hemos leído en el N.T. la curación de un ciego, alguien que no veía la "realidad" y la de un moribundo; alguien que está perdiendo la "vida".
Juan nos presenta que Jesús es la Vida y es la Luz. Hoy nos muestra a un paralítico; alguien que no "actúa" . Él querría hacerlo. Para curarse debe entra en la piscina de Betzatá, pero él solo no puede hacerlo y no tiene a nadie que le ayude. Jesús lo cura. Hace que ande, que pueda actuar.
¿Qué nos dicen esos textos: ¿Ayudamos a los demás a que actúen o contribuimos a su parálisis? Somos ayuda o somos obstáculo? Con frecuencia pensamos que sólo podemos ayudar bien, YO.
La cauda de nuestra parálisis es la soberbia que nos atenaza y no queremos competencia.
Los fariseos era hombres extremadamente piadosos; en todo lo que hacían y declamaban,
creían honrar a Dios. El problema estriba en que se quedaban en la superficie, sin buscar sentido más allá de sí mismos. El mismo celo religioso que exhibían lo ejercían en procurar prestigio y de esa manera cercenaban su encuentro con Dios y con el hermano. La hipocresía, es una ilusión de la verdad que sólo conduce al propio ego, amo y señor de todo.
YOEL
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