El Abad Ferran y un joven novicio que terminaba de entrar al monasterio luego de años de sequía escuchaban la radio. Hablaba un conocido director de teatro y decía que aborrecía la palabra caridad por que suponía una actitud de superioridad del caritativo sobre el necesitado. El novicio quedó perplejo e interrogó al Abad con la mirada.
Este, cuando cerró la radio dijo:
- Los hombres, con nuestras actitudes, traicionamos las palabras. La caridad está muy lejos de esa imagen de algunos poderosos que dan al que no tiene y que se colocan por encima de él. Esas personas, además de injustas, es por que él tiene más, encima pretende que el otro le esté agradecido, o lo hace para conseguir un premio en el otro mundo...Pues eso no tiene nada que ver con la caridad.
- Hizo una pausa y prosiguió:
- Los cristianos hemos prostituido la caridad, como tantas otras virtudes, convirtiéndolas en algo despreciable. Algo que practicamos por interés, para obtener un beneficio. No es de extrañar que a este hombre no le guste la palabra caridad. Hemos de volver al verdadero sentido de la Caridad; con nuestra vida, amando sin esperar recompensa.
YOEL.C.G. vALENCIA