Los discípulos no se habían enterado de nada. Jesús les habla de su futuro de crucifixión y ellos discutían por quien sería el más poderoso. Esto hace que Jesús les hable como maestro. Por eso se sienta. Y la enseñanza es clara: el que quiera ser primero, que se ponga el último.
¿Seguimos sin entender nada, en nuestros días? Seguimos buscando influencias, privilegio, poder. Tratamos con deferencia a los poderosos, a la gente "importante", y negamos la entrada a los refugiados, permitimos que haya quien viva en la calle, cortamos la electricidad...
No podemos ser injustos y negar la mucha gente anónima que se dedica a los demás. Pero, como institución, ¿no estamos equivocando el camino?
Si queremos acoger a Dios, Jesús nos dice con claridad lo que debemos hacer.
YOEL.c.g Valencia