Pienso que la mayoría de las personas, tenemos en corazón agradecido con nuestras madres y padres. Cada cual a su manera nos comprendió y ayudo según su sensibilidad y entender. Con los gay que he compartido este tipo de vivencias coincidimos que a las madres no ha hecho falta mucha explicación, cuando hemos empezados temblorosos a contar nuestra intimidad, nos han cortado con un "siempre lo he sabido".
Mientras hemos tenido la suerte de tenerlos entre nosotros, más de una vez fueron víctimas de nuestros defectos, nuestras limitaciones. Ahora nosotros también "sabemos" que están en manos del Dios que acoge y ama.
En su momento, las manos de Dios se han juntado con las de nuestros padres y nos han dado la vida.
En su momento las manos de Dios se alargaron de una manera especial y los llevó al otro lado de la frontera donde nos esperan acompañados de las personas que queremos y recordamos.
Esos flases de recuerdo que tenemos de ellos, son nuestras plegarias. El Profeta de Nazaret, nos enseña el camino a la casa de Dios Padre y Madre donde nos reuniremos con ellos para siempre.
También nosotros, los que no nos conocemos ni por el nombre, nos juntaremos frente al creador a darle las gracias de habernos hecho bien hechos y mejor terminados.
YOEL.cg. Valencia