Aquella persona devota dijo al Abad:
- Rezo todo el día, para que Dios se apiade de nosotros.
. El monje meneo la cabeza sonriendo y respondió:
- Extraño objetivo; por que la oración NO cambia a Dios. Nos cambia a nosotros. Debemos rezar para acercarnos a Él, que es acercarse a los demás...Pedimos que Dios se apiade de los que sufren. Si nuestra oración es auténtica, intentaremos inmediatamente aliviar el sufrimiento de los que nos rodean...Nosotros somos los que hemos de cambiar...En otros tiempos se ofrecían sacrificios para aplacar a los dioses. Nosotros corremos el peligro de transformar la oración en lo mismo. Dios no quiere nuestros sacrificios, quiere que cambiemos nuestro corazón...
YOEL.c.g. Valencia