Ser discípulo de Jesús es ser luz. La luz sirve para iluminar, primero a uno mismo, luego a los más cercanos y los que la necesitan.
Debemos iluminar y ser transparentes. No hay secreto que no llegue a saberse, y nuestra luz podría convertirse en tinieblas.
Jesús también nos habla de medidas. Seremos medidos con la vara que utilicemos nosotros para medir a los demás. No podemos ser tolerantes con nosotros y estrictos con los demás. No vale la ley del embudo.
Aquellos que tienen más amor recibirán más amor. Los que se entregan más, reciben más entrega. Por eso si no tenemos amor no podremos recibirlo.
YOEL. c.g. Valencia