Hoy al finalizar el trabajo, he ido al tanatorio para visitar a unos amigos que han perdido a su madre esta mañana victima de la leucemia. Todos nos hemos visto en esta situación, como protagonistas, como espectadores o simplemente acompañantes. He participado de su dolor y de los recuerdos de aquella que hasta ayer mismo era su madre, amiga y cómplice. El dolor no es menor aunque se espere el desenlace. Los que estamos expectantes de la promesa de nuestro Señor tenemos una esperanza que no es vana y que aunque olvidadizos en el run run de la vida diaria y sus ruidos, no dejamos de mirar hacia el cielo y pedir, no ya por los que nos dejan, sino por nosotros que permanecemos bajo el sol.
Marcos 12:26-27
26"Y en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no han leído en el Libro de Moisés, en el pasaje sobre la zarza ardiendo, cómo Dios le dijo: 'YO SOY EL DIOS DE ABRAHAM, Y EL DIOS DE ISAAC, Y EL DIOS DE JACOB'?
27"El no es Dios de muertos, sino de vivos; ustedes están muy equivocados."
Señor, ¡acuérdate de tu pueblo perdido!. ¡Ilumina nuestros pasos!.
Ven pronto.
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Abdías.