Estaban sentados en un banco del parque tomando el sol. Frente a ellos, en un parterre de arena, jugaba un niño con sus muñecos de plástico. El Abad Ferran dijo:
- Mira este niño. Está absorto en su juego. No existe nada para él nada más que ese mundo que ha creado en la arena y sus muñecos. Vive totalmente en el presente. Es uno, ha eliminado la dualidad.
El monje que lo acompañaba escuchaba extrañado sin acabar de entender. Ferran prosiguió:
- Estaba pensando en nuestra oración. Nuestra mente se haya siempre dispersa. No somos uno. No estamos inmersos en el presente...Nos vienen constantemente recuerdos o estamos pensando en el después. El día que logremos unificarnos y logremos, más allá de la polifonía y fragmentación del mundo, conseguir en nosotros la unidad..., ese día podremos decir que somos místicos.
Hizo una pausa y concluyó:
-Tomar el mundo, todo el mundo y unificarlo en nosotros, hacerlo presente y presentarlo ante Dios, eso es la Oración.
Y siguieron contemplando como jugaba el niño...
YOEL C.G Valencia y con más frío que en el Reino Unido.