La Palabra no va a dejar de ser lo que es y puede suceder que nosotros no le demos "cancha", que nuestra apertura a su acción sea pequeña, pobre...como si quisiéramos evitar que nos toque de lleno. En el prólogo del Evangelio de Juan escuchamos que "vino a los suyos y los suyos no le recibieron".
Es la posibilidad que nos ofrece nuestra libertad. De hecho, es posible que en más de una ocasión hayamos sido conscientes de que estamos poniendo barreras, impidiendo que determinados ámbitos de nuestra interioridad fueran alcanzado de lleno por esa Palabra. Otras veces nos sentimos sin fuerza para dejarla actuar..
Esa Palabra como una espada de doble filo que penetra en lo más hondo y a la que no podemos ocultar nuestra realidad podemos sentirla, de manera equivocada, como una amenaza...Y nos estamos perdiendo lo mejor: la compresión de que nuestros miedos no son obstáculo para acercarnos con confianza a Jesús, el profeta de Nazaret, amigo de los pobres y marginado de la sociedad, que nos quiere tal como somos y en el que siempre encontraremos misericordia y gracia que nos ayudaran a afrontar nuestra realidad. Intentemos comprendernos los unos a los otros,los que salen del armario y los que no. No todo es blanco o negro, hay otros colores. ¡Ojala! llegue un día en que desaparezcan los armarios por que somos respetados, queridos y aceptados por todos. Mientras llega ese día, cada cual intenta vivir, que no es poco.
YOEL. España