Que yo comprenda, Señor mío
al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendido frío.
Guarda mi fe del enemigo
(¡tantos me dicen que estás muerto!)
Tú que conoces el desierto,
dame la mano y ven con migo.
Que yo comprenda, Señor mío
al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendido frío.
Guarda mi fe del enemigo
(¡tantos me dicen que estás muerto!)
Tú que conoces el desierto,
dame la mano y ven con migo.
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