Esta reflexión trata sobre liturgia, y es posible que ya algunos de los que leen esto dejen de leerlo. El tema en ocasiones aburre, más por desconocimiento que por carencia de interés.
La palabra liturgia significa “obra, acción del pueblo“, lo cual nos permite a quienes vivimos el estad laical, es decir, a quienes no formamos parte de la jeraquía, respirar con desahogo.
Respiar con desahogo porque tenemos el regalo e la liturgia, porque es “nuestra”, del pueblo de Dios, porque su terminación “-urgia” nos recuerda que es acción, movimiento, vida, en definitiva.
La liturgia es el espacio y el tiempo en el que, sintiéndonos y sabiéndonos PUEBLO DE DIOS, celebramos nuestra fe, la expresamos, la compartimos y traemos a ese encuentro comunitario a tantas mujeres y hombres que están ocupados de “pensamiento, obra y omisión” en otros múltiples quehaceres.
La verdad es que no hay nada dentro de la liturgia que no esté pensado, varonilmente pensado, eso sí. Lo que expresamos con nuestras palabras, gestos, tiempos, silencios, cantos, movimientos, símbolos,… es profundo y riquísimo. Sucede muchas veces que quienes participamos en las celebraciones somos “analfabetos litúrgicos”, desconocemos este idioma y, lamentablemente, no entendemos lo que percibimos con los cinco sentidos, nuestras cinco puertas de acceso a la interioridad.
Por un lado desconocemos el lenguaje litúrgico, y pasa como cuando viajas a un país del que ignoras su idioma, costumbres y expresiones. Te gustará o no, te parecerá más o menos exótico, interesante, emocionante incluso, pero… indudablemente, no llegarás a captar plenamente lo que ves, ni podrás ser profundamente consciente de lo que vives mientras desconozcas los códigos.
Por otro lado nos encontramos con un lenguaje litúrgico (y con esto no nos referimos solo al lenguaje hablado o escrito, sino a sus múltiples expresiones) que está algo obsoleto en determinados aspectos. Y tan atemporal y estrambótico sería que fuéramos por la vida hablando cual Quijotes y Sanchos como querer celebrar una fe hoy con expresiones y símblos de ayer. Y eso que está muy de moda las fiestas medievales, pero…
Hermanas y hermanos laicos, la liturgia también es cosa vuestra, casi es, sobre todo, cosa vuestra. Impliquémonos, estudiemos, entendamos su contenido, solo así podermos cambiarla, actualizarla y renovarla, reconociendo su hondura y sacralidad, su ser camino hacia el Misterio.
http://www.monjasdesuesa.org/2016/10/la-liturgia-del-pueblo/