Estoy de acuerdo con Bernardo Yoel. Cuando estuve en Roma como misionero, encontré por casualidad un libro escrito por un monje cartujo cuyo nombre nadie conoció nunca, a principios del siglo XX. En él leí que en este mundo, las diferentes religiones monoteístas que existen (incluyendo todas sus variantes), no pueden disputarse la verdad absoluta. Solamente son una invención del hombre, para tratar de explicar el misterio infinito de Dios, con la mente finita del ser humano.
Si miro el monte Everest desde el sur de China, lo voy a ver muy diferente a como lo vería alguien en el norte de la India. Y alguien que estuviese viendo el monte Everest desde Nepal, seguramente tendría una visión totalmente distinta en su horizonte. Y sin embargo, la realidad es que el monte Everest es uno solo y es el mismo desde todos los lados.
Imagina tres ciegos que nunca han conocido qué es un elefante. El primero toca la piel del animal y dice: "Esta criatura es áspera como el tronco de un árbol". El segundo toca los colmillos y anuncia: "Esta criatura es dura como la piedra". El tercero toca la trompa del animal y concluye: "Esta criatura es viscosa como el barro". ¿Quién tiene razón? Por más que divaguemos, el elefante sigue siendo lo que es: un elefante.
La doctrina de la Iglesia, las normas, el Derecho canónico, y todo cuanto se ha escrito después de la Biblia, es papel mojado. Simples conclusiones de la mente de los hombres y las mujeres que han vivido en un tiempo y un lugar determinados, como el ciego que toca el elefante o el alpinista que observa la montaña.
El significado de la fe trasciende lo que las palabras pueden catalogar o describir. El amor de Dios es inalcanzable para la mente humana, de la misma manera que cuando somos niños, no entendemos por qué los adultos se comportan de tal o cual forma.
El pertenecer a la Iglesia Católica o Anglicana, el ser judío, musulmán, cristiano... Sirve para que nosotros, en la tierra, nos clasifiquemos a nosotros mismos y formemos grupos de seres humanos con normas concretas. Pero la esencia de la vida, el misterio de la fe, trasciende la religión. Jesús no dijo: "Voy a fundar una religión que se convertirá en la mayor empresa multinacional del mundo, con el Papa Francisco a la cabeza". Jesús habló de AMOR. Luego, el hombre, en su mezquindad, se ocupó de mercantilizar el cristianismo y convertirlo en religión. Y no sólo eso, sino además, emplearlo como argumento para asesinar, robar, y aniquilar todo lo que fuese contrario a su interés. Un buen ejemplo fue la Santa Inquisición. "¿Santa?". Así es el ser humano. Excelente tergiversador de una realidad que no puede entender -el amor de Dios-, pero que sí puede convertir en instrumento de poder y dominio social.
Por eso no importa si eres cristiano católico, anglicano, o cómo quieras llamarlo. El Everest sigue siendo el mismo. El elefante sigue siendo el mismo. Dios está muy por encima de lo que el ser humano logra entender en los confines de su mente limitada.
Un abrazo.
Reino Unido.
Viernes, 14 de octubre de 2016.
VISIBLES.