(Mientras lees, escucha la canción "Christ be in my wake", de Stuart Townend - https://www.youtube.com/watch?v=X4emGI1gHPA -, que me inspiró esta historia).
-Come on, guys, do your best now, do it!
Las palabras del entrenador retumban en las blancas paredes de la piscina. El grupo de nadadores que entrena a mi derecha se convierte en una mezcla de movimiento intenso y suave agitación. Esos chicos altos y fuertes, que gritan improperios disfrazados en su fuerte acento británico, pasan junto a mi levantando olas rebeldes que empapan mis hombros desnudos.
Yo sigo absorto en mis pensamientos. Me he detenido en el borde de la piscina para tomar aire, pero el tiempo me parece ahora eterno. Ya ha anochecido y tengo la sensación de que un nuevo día ha llegado a su fin, pero yo no lo dejo marchar. ¿Cómo podría? ¿Cómo, si Elijah está aquí conmigo? La situación es surrealista. Pero la realidad es así a veces. Dispuesta a jugar, a tergiversar, a enturbiar las vanas esperanzas y convertirlas en pequeñas ilusiones marchitas. Miro a Elijah, y sé que si tan sólo moviese mi brazo unos centímetros para sacar mi mano del agua, podría rozar su piel. Quizá podría tocar su mano.
La misma mano dulce y cálida que estrecho cuando le saludo. Yo finjo cualquier pretexto para sostener esa mano junto a la mía una milésima de segundo cualquiera más. Y él la mantiene.
Hasta que alguno de los dos piensa que el saludo se está alargando demasiado. Nuestros ojos miran al rededor, hacia los jardines del campus, la puerta de la cafetería o los bancos de la iglesia. Estemos donde estemos, siempre hay un momento en que un "ya basta" invisible separa nuestras manos.
Ahora, en la piscina, miro a Elijah y un fugaz parpadeo me conecta con sus ojos.
-You're doing well, you know.
Sonrío. Elijah no sabe mirarme en silencio. Siempre tiene que decir algo, cualquier cosa, una palabra que llene el vacío que hay entre nuestras pupilas reflejadas en los ojos del otro.
-Thank you, Elijah. Let's do one more. I should go to the Library before it closes and I'm afraid it's may too late if we don't hurry up now.
Y nadamos una vez más, recorriendo metro tras metro un anhelo que no puede medirse en la distancia, sino en el alma. Porque después entraremos al vestuario. Y fingiré que no me conmueve la belleza de su cuerpo, la suavidad de su mirada en mis ojos, su voz de ángel y profeta.
-Would you mind if I come along with you to the Library?
Apenas se ha puesto la camiseta interior y todavía está rescatando su brazo de la tela blanca, pero yo ya he localizado la ubicación exacta de los labios que han pronunciado esas palabras.
-Sure! -respondo-. It would be fine!
No soy capaz de disimular mi alegría. No se me da bien esconder la sonrisa cuando existen motivos para sonreir. Y Elijah es un motivo que compite en ternura contra cualquier subterfugio o razón. Su propia existencia es para mi sonrisa como la luz del sol para una flor. Si existe la luz, existe la vida.
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Hola chicos. Si habéis tenido la paciencia de leer hasta aquí, sabréis que me encuentro viviendo en Reino Unido desde hace unos días. He empezado mi Erasmus en la Loughborough University, y como alguno de vosotros me ha dicho que mis historias -aunque sean ficción- le inspiran buenos sentimientos, me apetece compartir con vosotros algunos de los fragmentos que escribo mientras estoy en este país. Por supuesto, es ficción, pero hay algo en la ficción que esconde siempre una chispa de realidad.
Me siento agradecido por vuestra atención. Sólo soy un estudiante que tiene muchas historias en su cabeza, y para mi es precioso poder darles forma y color, y compartirlas con personas que tienen la paciencia de leerlas.
Que Dios escuche vuestras oraciones.
Un abrazo desde
Reino Unido.
Miércoles, 5 de octubre de 2016.
VISIBLES.