El "intelectual" que entrevistaban por la TV repitió la consabida frase de Marx de que "la religión es el opio del pueblo".
El Abad Ferran se giró al monje que tenia sentado al lado y le dijo:
-Realmente en nuestra sociedad existe mucha alienación. El presente no es precisamente agradable y tenemos la tentación de huir de la realidad, de refugiarnos en fantasías. Pero la religión y la espiritualidad no son precisamente las culpables de la alienación.
El monje callaba, pero el Abad vio una chispa de duda en su mirada. Por eso el superior siguió explicándose.
-La verdadera espiritualidad no nos aparta de la realidad, sino que nos inserta en ella con más profundidad. Nos hace ir al fondo de la cuestión de las cosas y nos lleva al compromiso.
-Entonces-preguntó el joven monje - ¿que es lo que aliena a nuestra sociedad?
Suspiró Ferran y dijo:
-La tecnología deshumanizada que nos sumerge en mundos artificiales y el aburrimiento moral de un mundo materialista, en el que tratamos de esconder el dolor y de evitar a toda costa el esfuerzo y el compromiso. Una tecnología basada en el consumismo, que trata de acallar los problemas, de mantenernos distraídos y evitando que reflexionemos sobre la realidad. Un mundo en que una pequeña parte cierra los ojos al sufrimiento de la mayoría y del que hemos desterrado el concepto de responsabilidad y de culpa. Esos son los verdaderos productores de alienación...
YOEL.c.g. Valencia