Señor, tengo miedo y a la vez confío en ti, pues sé que en mi vida nunca me has fallado.
Déjame decirte ¡gracias! Por haber estado junto a mi cuando más te necesitaba.
Yo sé, Señor, que tú no juegas al escondite, ni quieres que lo pase mal, pues eres siempre mi padre y todo lo que permites es para mi bien.
Gracias, Señor, porque vencer el miedo tiene mucho que ver con vivir como hijo junto a ti.
Un abrazo
D.G.;Zaragoza